Un facha de 7 años, por Arturo Pérez-Reverte


Hoy mi amigo y compañero de trabajo Antonio me envió un escrito de Arturo Pérez-Reverte que no tiene desperdicio, y me ha gustado tanto que cuelgo en el blog, aquí va tal cual lo recibí:

UN FACHA DE SIETE AÑOS
por Arturo Pérez-Reverte
EL SEMANAL,

Me interpela un lector algo –o muy– dolido porque de vez en cuando aludo a España como este país de mierda. El citado lector, que sin duda tiene un sentimiento patriótico susceptible y no mucha agudeza leyendo entre líneas, pero está en su derecho, considera que me paso varios pueblos y una gasolinera. Le extraña, por otra parte, y me lo comunica con acidez, que alguien que, como el arriba firmante, ha escrito algunas novelas con trasfondo histórico, y que además parece complacerse en recuperar episodios olvidados de nuestra Historia en esta misma página, sea tan brutal a la hora de referirse a la tierra y a los individuos que de una u otra forma, le gusten o no, son su patria y sus compatriotas.
La verdad es que podría, perfectamente, escaquearme diciendo que cada cual tiene perfecto derecho a hablar con dureza de aquello que ama, precisamente porque lo ama. Y cuando abro un libro de Historia y observo ciertos atroces paralelismos con la España de hoy, o con la de siempre, y comprendo mejor lo que fuimos y lo que somos, me duelen las asaduras. Aunque, la verdad, ya ni siquiera duelen Al menos no como antes, cuando creía que la estupidez, la incultura, la insolidaridad, la ancestral mala baba que nos gastamos aquí, tenían arreglo.
La edad y las canas ponen las cosas en su sitio: ahora sé que esto no lo arregla nadie.
España es uno de los países más afortunados del mundo, y al mismo tiempo el más estúpido. Aquí vivimos como en ningún otro lugar de Europa, y la prueba es que los guiris saben dónde calentarse los huesos. Lo tenemos todo, pero nos gusta reventarlo. Hablo de ustedes y de mí. Nuestra envilecida y analfabeta clase política, nuestros caciques territoriales, nuestros obispos siniestros, nuestra infame educación, nuestras ministras idiotas del miembro y de la miembra, son reflejo de la sociedad que los elige, los aplaude, los disfruta y los soporta. Y parece mentira.
¡Con la de gente que hemos fusilado aquí a lo largo de nuestra historia, y siempre fue a la gente equivocada! A los infelices pillados en medio. Quizá porque quienes fusilan, da igual en qué bando estén, siempre son los mismos.
Pero me estoy metiendo en jardines complejos, oigan. El que quiera tener su opinión sobre todo eso, acertada o no, pero suya y no de otros, que lea y mire. Y si no, que se conforme con Operación Triunfo, con Corazón Rosa o con Operación Top Model, o como se llamen, y le vayan dando.
Cada cual tiene lo que, en fin, etcétera. Ya saben. Por mi parte, como todavía me permiten y pagan este folio y medio de terapia personal cada semana –es higiénico poder morir matando–, me reafirmo un día más en lo de país de mierda.
Y lo voy a justificar hoy, miren por donde, con una bonita anésdota anesdótica. Una de tantas.
Verán. Un niño de siete años, sobrino de un amigo mío, observando hace poco que varios de sus amigos llevaban camisetas de manga corta con banderas de varios países, la norteamericana y la de Brasil entre ellas –algo que por lo visto está de moda–, le pidió al tío de regalo una camiseta con la bandera española. «Van a flipar mis amigos, tito», dijo el infeliz del crío.
Según cuenta mi amigo, el sobrinete bajó al parque como una flecha, orgulloso de su prenda, con la ilusión que en esas cosas sólo puede poner una criatura. A los diez minutos subió descompuesto, avergonzado, a cambiarse de ropa. El tío fue a verlo a su habitación, y allí estaba el chiquillo, al filo de las lágrimas y con la camiseta arrugada en un rincón. «Me han dicho que si soy facha o qué», fue el comentario.
¡Siete años!, señoras y caballeros. La criatura. Y no en el País Vasco, ni en Cataluña, ni en Galicia. ¡En la Manga del Mar Menor! provincia de Murcia.
Casualmente, y sólo una semana después de que me contaran esa edificante historia infantil, otro amigo, Carlos, gerente de un importante club náutico de la zona, me confiaba que ya no encarga polos deportivos para sus regatistas con el tradicional filetillo de la bandera española en las mangas y en el cuello. «En las competiciones con clubs de otras autonomías –explicó– están mal vistos.»
Dirán algunos que, tal y como anda el asunto, podríamos mandar a tomar por saco ese viejo trapo (nuestra bandera) y hacer uno distinto.
Al fin y al cabo sólo existe desde hace dos siglos y medio. Podríamos encargarle una bandera nueva, más actual, a Mariscal, a Alberto Corazón, a Victorio o a Lucchino. O a todos juntos. Pero es que iba a dar igual. Tendríamos las mismas aunque pusiéramos una de color rosa con un mechero Bic, un arpa y la niña de los Simpson en el centro; y en las carreteras, el borreguito de Norit en vez del toro de Osborne.
El problema no es la bandera, ni el toro, sino la puta que nos parió.
A todos nosotros.
A los ciudadanos de este país de mierda.

7 comentarios en “Un facha de 7 años, por Arturo Pérez-Reverte

  1. Jajajaja.
    Ya lo leí en su día, pero me he vuelto a partir. Y el caso es que no debería reírme porque es tal cual…

  2. Discrepo con usted en algo señor Reverte, digámoslo alto y claro, el País es una maravilla de Norte a Sur y de Este a Oeste, la mierda está en muchos de los que lo habítan.
    Una pena realmente y lo más triste es que lo estamos dando por bueno.
    Ojalá que si algún dia despertamos de este letargo, no sea demasiado tarde.

  3. De pequeña oí a una vecina de mi abuela su motivo para votar a Felipe: es el más guapo. Cuando el PP cambió a Fraga por Aznar, y Felipe iba demacrándose me pregunté cuántos escaños sacó Aznar por guapo.
    En bibliotecas dejaron, años después, información de la Constitución Europea. España la apoyó. Todos nos dijeron que votásemos sí. ¿Mejoraría si a los 18 se exigiese una especie de selectividad o MIR para poder votar?
    ¿Hay otro país en que para eutanasiar un perro haya que sedarlo hasta la inconsciencia pero permita matar un rumiante clavándole banderillas y espadas malamente, mientras en el anfiteatro Nerón alaba al asesino con «totero, torero»?
    Vivo en Málaga. De la ventana trasera de mi coche cuelga un tanga con la bandera de españa hecha con lentejuelas. No me han roto el retrovisor desde entonces. Ni los cristales, ni las ruedas. El chico de 7 años, de ser chica y haber llevado una minifalda con la bandera de España, hubiera triunfado. España.

  4. Así es nuestra España, está en nosotros cambiarla. Hoy me entero que el Premier Alemán ha renunciado a la presidencia por unos desafortunados comentarios sobre Afganistan. ¿pasará eso algún día en España?

    ¿de verdad tienes un tanga con la bandera de España y lentejuelas en el vidrio del coche?

  5. Tanto el artículo de Reverte como los comentarios que ha provocado, me resultan muy interesantes. Soy argentina, vivo en Buenos Aires y puedo decirles que estoy convencida que en todos lados se cuecen habas. Todos los pueblos, es decir la gente (a quien también se refiere Reverte) tienen sus cosas buenas y su costado oscuro y vergonzante. Más allá de las situaciones específicamente españolas a que se refiere el autor, encuentro puntos en común con la historia y con el presente de mi país. Creo no equivocarme si digo que no hay sociedad que no esté en decadencia, basta con mirar a nuestro alrededor. Imagino sí, que habrá algún lugar recóndito y virgen en este bendito planeta en el cual afortunadamente la «civilización» no lo ha bastardeado todavía. Y ruego porque así sea.
    Todos los pueblos deben estar orgullosos de sus heroísmos y también tener la humildad de reconocer sus vilezas. Lamentablemente las acciones vergonzantes de la humanidad no tienen fronteras.
    Saludos respetuosos.

  6. Los españoles somos bastante individualista, y no nos gusta identificarnos con nada, excepto con un equipo deportivo o algo intrascendente. Los dirigentes politicos, son como nosotros, igualmente individualistas, aunque están en un partido politico, pero con fines primero personales, revestidos de patriotismo. No es fácil cambiar este tipo de comportamientos, así que requiere un pacto de Estado, que el que lo incumpla lo pague caro, pero esto no será fácil ponerlo en marcha.

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